un turista célebre, unos paramoudras únicos y un alarde poco alardoso
Hoy tenemos entre manos una de las etapas más duras de Talaia Bidea.
Vamos a atravesar Jaizkibel.
Una montaña que se asemeja al lomo de gran saurio, como si fuera una bestia de arenisca descansando junto al mar.
Por su espina dorsal tendremos que surcar un sendero tortuoso y entre sus pliegues recorreremos el tramo más exigente de esta ruta.
Y eso, sin duda, ofrece grandes recompensas.
Así que no se hable más.
Comienza la marcha.
la casa de víctor hugo

Atravesamos la calle principal de Pasai-Donibane; bueno, en realidad, atravesamos la calle de Pasai-Donibane recordando a los artistas que viajaron por nuestra tierra y que dejaron detalles de su estancia, aunque fueran fugaces. Entre estos turistas ilustres se encuentra Víctor Hugo.
Y no os vamos a engañas, nos gusta pensar que, aunque sea un poquito, el carácter de nuestra tierra influyó yo también quiero en su obra.
El autor de la implacable novela Los Miserables o Notre Dame de Paris, vivió en Pasai Donibane en torno al año 1843 y quedó impactado por la belleza de su bahía, según sus palabras: “un pequeño edén resplandeciente que sería admirado si estuviera en Suiza y célebre si estuviera en Italia”.
Nos quedaríamos visitando la casa en la que se alojó el famoso escritor, pero, como os hemos dicho, la etapa de hoy es exigente, y no podemos entretenernos.
la costa de las maravillas


Una fuerte subida nos lleva hasta la Cresta de Gallo: un excelente mirador entre rocas de arenisca roja que forma figuras imposibles y desde la que se divisa toda la bocana del puerto de Pasaia.
Ya estamos caminando sobre el lomo de ese gran saurio llamado Jaizkibel que descansa tumbado junto al mar.
Disfruten del viaje: subir, bajar, atravesar la carretera del puerto de montaña… también pasamos junto a unas torres que sirvieron de vigías al fuerte carlista “San Enrique” situado en la cumbre de Jaizkibel hasta que los ejércitos que ocuparon Donostia en 1936 lo destruyeron.
Antes de llegar a la cima, tomamos el desvío que nos baja casi al nivel del mar.
Y empieza la fiesta.


Entre este punto y el faro de Higer vamos a atravesar un paisaje que no parece de este mundo: una variedad de formas y colores a la que los geólogos llaman geoformas. Las hay blancas, amarillas, anaranjadas y rojizas en función del pigmento mineral que tiñe las paredes, aparecen en la superficie de las rocas formando alvéolos, filigranas, nidos o cavidades.
Es un regalo ver cómo la naturaleza se ha entretenido en “pintar” grandes murales componiendo exquisitas obras de arte.
Pero el asombro se apodera de nosotros cuando llegamos a ese lugar llamado Eretzingo Zabala donde se encuentra la mayor acumulación mundial de unas curiosas estructuras pétreas llamadas paramoudras.
En el norte de Europa se conocen algunos ejemplos, pero en nuestra costa se encuentran a centenares y constituyen una insólita exposición de esculturas a la orilla del mar.
PARAMOUDRAS.
Me pongo seria. Los paramoudras son concreciones silíceas formadas en trono a las trazas fósiles (icnofósiles) de gusanos marinos que vivieron en los fondos arenosos hace unos cincuenta y cinco millones de años.
¡TOMA DEL FRASCO CARRASCO!
Y con esta sensación de estar recorriendo un paisaje que no es de este mundo, recorremos los acantilados de Jaizkibel que se han ido plegando formando valles en acordeón.
Así estamos, con las piernas cansadas y con el alma pidiendo una cervecita.
Por fin, divisamos el faro de Higer, eso significa que Hondarribia, nuestra meta de hoy, está muy cerquita.
un alarde poco alardoso

Bien. Cuando una pone un pie en Hondarribia se puede comprobar que todo lo que se dice sobre su belleza es cierto.
Tiene calles empedradas.
Tiene playa.
Tiene castillo.
Tiene puerto.
Tiene casas de colores.
Tiene muralla.
Parece perfecta.
Pero no lo es.
Y ahora me voy a meter en camisas de once varas de la mano de la periodista Irantzu Varela.
Yo no conocía mucho el tema del alarde, sabía que había movidas año si y año también con el tema del desfile, pero me quedé atónita cuando llegué al capítulo titulado Hondarribia en su novela «Lo que quede».
Básicamente viene a explicar que desde el año 1638, año en el que libraron este pueblo del asedio francés, prometieron hacerle una procesión a la Virgen de Guadalupe (patrona de Hondarribia).
“Alarde» lo llaman.
Bien, pues, por lo que sea, los papeles del desfile están marcados por género: los hombres soldados y las mujeres cantineras.
En 1993, veinte mujeres del pueblo decidieron que ellas también querían participar en este acontecimiento que paraliza sus calles desde hace casi 300 años.
Pero no las dejaron porque los hombres son soldados y las mujeres cantineras.
Estas mujeres se unieron al desfile y a los pocos metros, las sacaron a golpes.
Desde entonces, cada 8 de septiembre, ellas y muchas más luchan por poder formar parte del alarde.
Cada año intentan abrirse camino a través de una reivindicación de igualdad.
Y ya no se si estoy hablando de Hondarribia o del mundo en general…
YO SOY LA CANTINERITA, NIÑA BONITA DEL REGIMIENTO...
"Con todo el respeto a las cantineras, parece un poco simplista creer que era el único papel que las mujeres desempeñaron en todas las batallas de los sesenta y nueve días de asedio, sobre todo porque es una de las primeras ocasiones en las está documentado que hubo mujeres haciendo -incluso- de dinamiteras..."
Irantzu Varela (Lo que quede).
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Si queréis daros un baño en Donostia, disfrutar de los miradores de Ulia, visitar un astillero único y atravesar la ría de Pasaia en txalupa ¡adelante! tenemos lista para descargar 👉 14. etapa: PASAI DONIBANE – HONDARRIBIA
Y entramos en tierras labortanas, por terrenos más cómodos para caminar y menos desnivel. ¿Todo listo para la anteúltima etapa? 👉 la 15ª etapa.