8. lekeitio – ondarroa


un día de gansos, la memoria de los olvidados y una frontera invisible.

¿ESTAIS PREPARADOS PARA VIAJAR AL PASADO?

TRANQUIS, NO NOS HEMOS VUELTO TXIRIBITAS.

HOY QUEREMOS RECORRER LA ETAPA MÁS EMOTIVA DE LA RUTA ECHANDO LA VISTA ATRÁS. RECORDAR EL PASADO PARA MOSTRAR QUE ES POSIBLE REINVENTARNOS, EVOLUCIONAR. A FIN DE CUENTAS, ADAPTARNOS A NUESTRO TIEMPO SIN OLVIDAR NUESTRAS RAICES.


antzar eguna

«Reges debellavit, horrenda ceta subjecit, Terra marque potens, Lequeitio». El lema del escudo de esta localidad nos recuerda que Lekeitio es potente por tierra y por mar por subyugar a Reyes y capturar horrendas ballenas. Y nosotros añadiríamos: «… et decapitare anserem» .

Pongámonos en contexto:

5 de septiembre. En Lekeitio no cabe un alfiler. Txalaparta, bertsolaris y txarangas caldean el ambiente festivo. En el puerto una soga cruza la ría de extremo a extremo. Un ganso atado por las patas cuelga en el centro. En el agua, las cuadrillas participantes esperan en sus potines. Visten de mahón: camisa azul y pañuelo de cuadros anudado al cuello. Una de las embarcaciones navega hasta situarse bajo el ganso. El harrapatzaile agarra el cuello del ave y se lanza al agua. En el muelle varios tiradores sujetan un extremo de la soga para alzarla y sumergirla en el agua mientras «el animal» se cuelga del cuello del ánsar. El objetivo: conseguir más alzadas y llevarse consigo la cabeza del ganso.

Esta tradición se celebra desde hace varios siglos. En un principio los gansos estaban vivos. En la década de los 80 los sedaban. Años más tarde los sacrificaban antes del acontecimiento. En 2007 se creó ‘Antzartek’ un ganso artificial ideado por el centro tecnológico Gaiker y las cuadrillas podían elegir entre animal muerto o de plástico. Hoy en día está completamente prohibido utilizar gansos reales.

Para mi, incluso la imagen de un ganso de goma decapitado sigue siendo una estampa para nada agradable. Aún así, parece que, por lo menos en Lekeitio, hemos tomado el camino correcto. Siento auténtica vergüenza porque, todavía, en multitud de lugares siguen torturando y mutilando animales amparándose en la «tradición». Hemos querido compartir con vosotros el caso de Antzar Eguna para demostrar que se puede celebrar y festejar, incluso recordar nuestras tradiciones sin ignorar los derechos y la dignidad de los animales.

Cuando las barreras entre la cultura humana y la del resto de animales, no es tan nítida como cabría pensar, estaría bien recordar que los Homo Sapiens somos nosotros….


Continuamos nuestra etapa. No podemos quejarnos, el paseo es agradable, tanto que, hasta varios burros salen a saludarnos. Están eufóricos hemos llegado a la hora de su hamaiketako:


ahaztuen oroimena (la memoria de los olvidados)

Y llegamos a la ermita de Asterrika, frente al mar Cantábrico, una encrucijada de caminos entre Ondarroa, Mendexa, Lekeitio y Berriatua.

Una parada para beber agua y un panel me llama la atención porque aparece una señora que se parece a mi amama. Me acerco, se trata de un panel informativo que el Ayuntamiento ha instalado en colaboración con la asociación Ahaztuen Oroimena, cuyo objetivo es la recuperación de la memoria histórica. Y es que en esta zona, como en tantas otras, la transición democrática pasó de puntillas sobre las fosas de los asesinados por los fascistas. .

Los familiares de los desaparecidos en montes, barrancos y cunetas de toda España no pudieron enterrar a sus familiares. Más de 80 años han tenido que pasar para remover la tierra y recuperar los restos y la dignidad de miles de víctimas.

La señora que se parece a mi amama se llama Mariatxo Martin Ibarloza y bajo su foto podemos leer el siguiente testimonio: «(…) mi madre y yo huimos por el camino de la costa en compañía de varias familias desterradas por los fascistas. Pero la derecha ondarrutarra que estaba en el puesto de control costero no nos dejó pasar la línea. Más tarde los franquistas detuvieron a mi madre, a mi tía y a varios parientes (…)».

Gracias por visibilizar, por compartir, por luchar contra la amnesia histórica. Gracias por recordar para que no se vuelva a repetir la historia.

Y así pasamos lo que resta de camino, recordando. Recordando el campo de prisioneros republicanos en el que estuvo mi abuelo y su posterior exilio a Francia. Y también al aitite de Gaizka, que aunque en casa no se hablaba del tema, era imposible ocultar su cicatriz y quemaduras causadas por un proyectil que le alcanzó en la mandíbula. O al hermano de la abuela Encarna, que desapareció en la guerra…


Yloa de San Satten

Y sin daros cuenta, Ondarroa está a nuestros pies y el mar vuelve a aparece ante nuestros ojos. Ese espacio sin límites, sin fronteras y ¡qué equivocados estamos!

Entre Lekeitio y Ondarroa el mar tiene una clara frontera y los balleneros lo sabían muy bien. Un último viaje al pasado, esta vez a la época donde la caza de la ballena era habitual en nuestras costas. La marca de separación entre dónde podían cazar las embarcaciones ondarrutarras y las lekeitiarras venía señalada por Yloa de San Satten.

En la práctica todo estaba claro pero, cuando se divisaba la silueta del cetáceo, las fronteras se volvían escurridizas. La práctica consistía en estorbar al competidor para que dejara libre el área de caza. De mala gana, los más débiles o peor equipados cedían ante las pretensiones de los fuertes. El pez grande se comía al chico, y el fuerte se queda con la ballena. Veis, otra historia antigua que se sigue repitiendo a día de hoy, ¿la cambiamos?


Si queréis realizar esta ruta, pinchad aquí.

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