A LAS PUERTAS DEL DESIERTO Y CON LAS CIMAS DEL ALTO ATLAS COMO TELÓN DE FONDO, LA CIUDAD ROJA DESPRENDE SINGULARIDAD.

ACOGE A MULTITUD DE VISITANTES QUE, CURIOSOS, SE EXTRAVIARÁN EN SU MEDINA, A VECES DE MANERA CONSCIENTE, PERO LA MAYOR PARTE DE LAS VECES, INCAPACES DE GUIARSE POR SUS LABERÍNTICOS CALLEJONES…. ¿QUERÉIS PERDEROS JUNTO A NOSOTROS?
¡¡¡¡¡¡pipipipi pipipipi!!!!!!
El estridente despertador nos levanta de un bote de la cama.
Hoy no cuesta tanto cómo cuando el motivo es ir a trabajar.
Hoy vamos a descubrir Marrakech, la Ciudad Roja.
Hoy, no cuesta tanto…
Legañas, traje de baño y toalla. Salimos de nuestra arabesca habitación, un zarcero beréber se ha colado en el patio para beber de la fuente encastrada en coloridos azulejos, sobrevuela y nos da los «buenos días», o por lo menos a mi me lo ha parecido al escuchar su piar.
Subimos a la azotea y mientras el sol se abre paso en el horizonte, entre las montañas aun nevadas del Alto Atlas, nos desperezamos en la piscina.
Aquí la luz es otra historia…


Al grito de «À table!» nos indican que nuestro desayuno está preparado.
El humeante café recién hecho no puede esperar más. La mesa está repleta: granadas, uvas, sandía recién cortadas arándanos, baghrir (una tortilla de sémola con mil agujeros), queso fresco, miel, shebbaquia (dulce apelmazado con miel y cubierto de sésamo), zumo de caqui, sfenys (una especie de donut)…
AI AMA! QUÉ RICO TODO!
Con las pilas cargadas dejamos nuestro Riad. Toda la calma que se respira en este refugio se ve sacudida por el bullicio del exterior (motocicletas, carros, burros, gentío..) La medina pone a prueba la capacidad de orientación de los recién llegados. No hay mapa que se atreva con su laberinto y no queda otra que dejarse arrastrar por sus recovecos. Así que: ALLÁ VAMOS.

Jemaa el Fna: de día



Kilims tejidas a mano cuelgan de las fachadas, vendedores de perfumes nos saludan, bolsos de cuero por doquier, vajillas artesanales, lámparas de cobre antiguo, sabrosas especias, «farmacias» beréberes con remedios para todo mal, calderos, ebanistas, herreros, babuchas de todos los colores… LO QUIERO TODOOOOO. Me contengo porque alguien me dijo que era mejor esperar a última hora del día para regatear y conseguir las mejores mercancías al mejor precio. De momento, por lo tanto, nos limitamos a ojear. Y sin darnos cuenta, llegamos al corazón de la medina: YAMAA EL FNA.
TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A:
La plaza YAMAA EL FNA (o JEMAA EL FNA) es el lugar de reunión y de encuentro de los marroquíes. Merece la pena acercarse a diferentes horas del día para ver como se va transformando, desde la calma matinal hasta la fiesta nocturna. Hoy en día la alegría y el jolgorio inundan esta inmensa plaza; sin embargo, conviene recordar que su nombre significa "lugar de la muerte" debido a que años atrás, en este lugar se hacían las ejecuciones públicas.
Mezquita Koutoubia

De repente, la plaza se paraliza. La adhan convoca a todos los fieles a viva voz desde el minarete de la MEZQUITA KOUTOUBIA. Prometemos volver a la plaza de noche, pero, ahora, igual que los fieles que son llamados a la oración, nos dirigimos a esta imponente mezquita. Sabemos que no es posible visitarla por dentro, ya que se trata de un lugar de culto, y sólo está permitida la entrada a los musulmanes, así que nos conformamos con admirar sus más de 70 metros de minarete desde el exterior.
LA PRIMA DE LA GIRALDA
Para los que conocéis la Giralda de Sevilla, seguro que os resulta familiar puesto que para su construcción se siguió el modelo de Koutoubia.
Tumbas Saadíes

Siguiente parada: el lugar de descanso del sultán Al-Mansur, fallecido en 1603.
La verdad es que una vez dentro, entendemos porque las TUMBAS SAADÍES son uno de los lugares más visitados de Marrakech. La sala de los doce pilares donde descansa el sultán junto a sus dos hijos, bien merecen la visita. Es imposible no sorprenderse ante tanta armonía y belleza. Os dejamos el siguiente enlace para que podáis consultar algo de historia, precios y horarios: https://saadiantombs.com/fr/
El sultanato Saadí gozó de esplendor durante los siglos XVI y XVII. La dinastía alcanzó su máximo esplendor durante el reinado de Áhmad al-Mansur (1578-1603). Tras su muerte comenzó la decadencia hasta que en 1659 los alauitas asumieron el poder de estas tierras. Estos últimos borraron prácticamente el legado arquitectónico de los saudíes, salvo las maravillosas tumbas que no fueron redescubiertas hasta 1917.
Palacio de la Bahía

Salimos con la boca a abierta de este lugar y queremos más, ¿vosotros también? Pues no se hable más. Continuamos serpenteando por la medina para visitar otro de los esenciales de Marrakech: EL PALACIO DE LA BAHÍA.
Su nombre significa «Palacio Brillante» y si os encontráis visitando su patio, en un día soleado sin gafas de sol, entenderéis perfectamente el por qué de su denominación. El que avisa no es traidor…
En este palacio encontramos rincones de incomparable belleza arquitectónica y os recomendamos visitarlo acompañados por un guía, puesto que el edifico se presenta como un gran laberinto de patios y salones.
UN SAQUEO EN EL PALACIO.
Se cuenta que su propietario, Abu Bou Ahmed, era un esclavo negro que se convirtió en Gran Visir. Éste mandó construir el palacio más impresionante jamás construido. Además de impresionante, tendría que ser extenso, ya que debía dar cabida al harén del propietario, nada más y nada menos que 4 esposas y 24 concubinas, así como a todos los descendientes de éstas.
Abu es descrito como una persona cruel. Tanto es así que tras su muerte, en 1900, sus esclavos y concubinas saquearon el palacio y su familia tuvo que huir de Marrakech a toda pastilla.
Jardines de Majorelle

Tras la visita al palacio, nos recomiendan acercarnos a los Jardines de Majorelle. Nos comentan que Yves Saint Laurent recuperó este oasis de muros añil que creó mucho tiempo atrás, el pintor que da nombre al espacio. Nos dicen que el paseo por él es una autentica delicia, pero tenemos el desayuno ya en los pies y decidimos parar a calentar motores. Os dejamos AQUÍ toda la infor.
Zoco



Volvemos a la plaza que está mucho más animada que esta mañana. El calor aprieta y nada mejor para combatirlo que un zumo recién exprimido. Elegimos granada, piña y manzana y, tras probarlo, juramos de rodillas en mitad de la plaza Jemaa el Fna que vamos a hacer estos zumos con el exprimidor de casa todos los días. Acompañamos el zumo con varios briwates (empanadas) a cada cual mejor.
Nos sentimos ya lo suficientemente integrados como para emprender el arte del regateo. No se hable más, nos adentramos en el ZOCO.
El calor aprieta, pero esta gente es muy lista, tienen techos de palmera con los que mitigan los rayos del sol, y miles y miles de tiendas con las que perder la cabeza. Os tengo que confesar una cosa: TENGO PROHIBIDA LA ENTRADA A LOS ZOCOS SI NO VOY ACOMPAÑADA POR ALGUIEN QUE TENGA LA CAPACIDAD DE SACARME DE ALLÍ. Lo juro. No puedo ir sola. Si alguna vez entrase sola a un zoco o bazar me quedaría a vivir allí, pasarían los años y yo seguiría allí, comprando, regateando, hablando con todos los artesanos, interesándome por los productos que venden y para qué sirven…. creo que soy tan buena regateando porque soy más pesada que ellos. Me acaban bajando el precio para que me vaya y les deje en paz. LO JURO.
Hammam

Prueba superada: Gaizka ha conseguido sacarme del Zoco a una hora prudencial.
Lo difícil ahora va a ser meter todas las compras en la maleta, (me veo con la lámpara en la cabeza en el avión…).
Bueno, el caso es que estamos agotados y no hay nada mejor para aliviar este cansancio que disfrutar de un HAMMAM. Nosotros fuimos al HAMMAM BOTANIKA ¡una pasada! Nos trataron genial y para los que todavía no habéis probado un hammam DE VERDAD, merece la pena.
Salimos de allí levitando, envueltos en olor a eucalipto y romero y nos sentimos a tope para disfrutar de la noche marroquí.
Jemaa el Fna: de noche
Volvemos al corazón de la ciudad para coger sitio al atardecer en las terrazas de alguno de los bares de Jemaa El Fna. Nos decantamos por l´Adresse, para por fin, tomarnos un té a la menta. M A R A V I L L O S O .

Y aunque son innumerables las recomendaciones que hemos tenido para cenar en la misma plaza, no nos parece muy acertado.
Así que salimos del barullo, esquivando trileros, ofrecimientos de monos para sacarte fotos, cobras (si, si serpientes de verdad), vendedores de dientes… en serio, lo de esta plaza es flipante, para buscar algo un poco menos «trampa para turistas» y disfrutar de una ensalada Chlada, kefta (albondigas) y tanjia (guiso de cordero), acompañado por khobz (pan).

Y ahora si, ahora si que notamos, que ha sido un día de emociones. Rezamos a todos los dioses que conocemos para no perdernos de vuelta al Riad, nuestro palacio de las mil y una noches. Mañana será otro día intenso: comienza nuestra ruta de las mil kasbash.