UNA VEZ LEÍ QUE LAS ISLAS LOFOTEN OFRECÍAN UN «PAISAJE DESBORDANTE».
NO SABÍA MUY BIEN QUE QUERÍA DECIR ESA AFIRMACIÓN HASTA QUE HE PLANTADO MI CULO EN EL PRECIPICIO DE REINEBRINGEN CON EL SOL DE MEDIANOCHE COMO TELÓN DE FONDO Y LO HE ENTENDIDO TODO.

LOFOTEN ES «LA ISLA” CON MAYÚSCULAS.
MAPA
Nuestra primera toma de contacto con el pueblo noruego es en las tierras del norte: Nordland. Continuamos en el Círculo Polar Ártico.
Venimos del Parque Nacional de Abisko (Suecia) y atravesaremos las Islas Lofoten de norte a sur. Tomaremos un ferry en Moskenes con dirección a Bodø (Os dejamos los horarios AQUÍ)
SVOLVÆR

Atrás han quedado los densos y tranquilos bosques de Suecia y sus apacible lagos. En Lofoten el paisaje se torna hostil, abrupto, cada cima puntiaguda desafía al caminante más valiente. Las carreteras serpenteantes que saltan de islote en islote hacen que las distancias se midan de una manera a la que no estamos acostumbrados. Los pueblos pesqueros salpicados de casas rojas suspendidas en los acantilados nos hacen pensar que la palabra “pintoresco” se inventó expresamente para ellos y las playas de aspecto tropical engañan a los bañistas con sus frías, que digo frías, heladas, aguas de color turquesa.
Con esta estampa nos recibe Svolvæer, el primero de los pueblos que visitaremos en esta joya del Ártico.
Y cómo pasa muchas veces, la mejor manera de disfrutar del paisaje es cambiando la perspectiva. Por eso, os proponemos adentraros en las frías aguas del fiordo del Trol para disfrutar de este paisaje impresionante a bordo de un barco. Podéis reservar AQUÍ. Con un poco de suerte, las águilas marinas os acompañarán en este crucero.
Y antes de continuar la ruta, os animamos a que hagáis un alto en el camino para visitar la Iglesia de Kavelvag.

Se la conoce como “la Catedral de Lofoten” por sus dimensiones (es la segunda iglesia de madera más grande del país). Fue construida en 1.898 para atender la gran afluencia de pescadores temporales que iban a la zona para la pesca, y su aforo es de 1.200 personas.
BACALAO
En la fachada de un gran edificio del centro de Svolvæer un cartel reza "B A C A L A O", lo que demuestra que los vascos ya han estado aquí. De hecho, los primeros llegaron en el siglo XVII a por el pescado que luego enseñarían a los noruegos cómo conservar. ¿Cómo os quedáis?
HENNISNGSVAER

Y cómo ya os hemos dicho antes, si hay un adjetivo que describe a la perfección los pueblos de estas islas es “pintoresco”. Y Henningsvær puede que sea el más pintoresco de todos . Sus tiendas de artistas locales que lucen orgullosas sus jerséis hechos a mano con la mejor de las lanas de Lofoten, sus galerías de arte que exponen piezas de cerámica, pinturas, ebanistería… la fábrica de caviar que bien merece una visita o sus cozy cafés donde os tentarán con el mejor de los kanelbulle…

EL CAMPO DE FÚTBOL.
Que nadie se lleve las manos a la cabeza. No nos hemos vuelto forofos del fútbol, tranquis, seguimos en nuestros cabales.
Aún así os recomendamos que visitéis el campo de fútbol. ¿Por qué? Primero, porque el campo ocupa casi la totalidad de la isla en la que está ubicado. Segundo, porque está rodeado de secaderos de bacalao, que cuando están llenos parece que fuera ropa colgada.
VIK, HAUKLAND & UTTAKLEIV

Cerca del pueblo de Leknes, se encuentran tres playas icónicas: Vic, Haukland y tras pasar un túnel, Uttakleiv.
No estamos exagerando cuando decimos que no os podéis perder la belleza salvaje de estos arenales.
Hay aparcamientos junto a las tres playas (el de Uttakleiv es de pago), por lo que suelen estar bastante concurridas. Por eso, nosotros preferimos venir a última hora de la tarde y quedarnos a dormir con nuestra furgo.
Y una vez que hemos plantado Lamertxe frente a la playa de Vic y aprovechando que en verano aquí el sol no se pone, hacemos una corta pero intensa caminata al pico Mannen que, con sus 400 metros de altitud, ofrece la mejor panorámica de las tres playas.
NI UN NORUEGO CON VARICES.
Que no os engañen esas aguas de color turquesa y esa arena tan fina y blanca de aspecto tan tropical. Estamos frente al Oceáno Atlántico en pleno Círculo Polar Ártico. AQUÍ, EL AGUA ESTÁ CONGELADA.
De verdad, tanto es así, que no creemos que exista ningún habitante en estas islas que tenga problemas de circulación sanguínea.
RAMBERG


La ruta continua por la panorámica y sinuosa carretera E10.
Llegamos a la playa de Ramberg, otra de esas con aspecto tropical en pleno Círculo Polar Ártico. Parece que, más o menos, hemos llegado a la mitad de nuestro recorrido por las islas.
Seguimos sintiéndonos abrumados por este paisaje que parece convertirse cada vez más abrupto.
Desde la playa los picos que se extienden hacía el sur parecen afilar todavía más sus cimas y volverse aún más escarpados. Así que, ¡vamos a comprobarlo!
¿POR QUÉ ESTE PAISAJE?
El archipiélago de las Lofoten está compuesto por aproximadamente 80 islas principales, aunque el número total de islas y rocas emergentes supera las 2.000, incluyendo islotes y pequeñas formaciones rocosas.
¿Pero por qué se siente una fuerza y energía tan especial aquí?
Quizá sea porque sus montañas están formadas por algunas de las rocas más antiguas del mundo. Se trata de rocas ígneas y metamórficas que tienen más de 3 mil millones de años, R-E-P-I-T-O, 3.000.000.000!!!(nuestro planeta tiene una antigüedad de algo más de 5 mil millones de años).
Quizá, porque su peculiar aspecto surgió debido a procesos tectónicos que elevaron el terreno hace aproximadamente 60 millones de años, cuando la placa tectónica euroasiática se separó de la placa norteamericana.
Sea como fuere, Lofoten es sin duda un lugar muy especial.
RYTEN & KVALVIKA BEACH


En esta remota bahía no podemos saltarnos una de las caminatas imprescindibles de las islas: La subida al Ryten y un baño en Kvalvika. ¿Os unís?
Desde la cima de Ryten, a 543 m, podemos presenciar una de las vistas más emblemáticas y dignas de fotografiar de las islas: la famosa playa de Kvalvika.
La playa se encuentra enclavada entre dos acantilados rocosos, formando un anfiteatro natural de arena dorada y aguas turquesas y heladas (perdonad que insista, pero ya me contaréis cuando metáis la puntita del dedo gordo y se os ponga morada…). Si alguna persona que nos lea, osada y valiente, quiere comprobarlo, es aquí 👉 Wikiloc.
NETFLIX
Hay un documental en la plataforma que se llama “North of the Sun” donde dos amigos, provistos únicamente de sus tablas de surf y su espíritu aventurero, pasan nueve meses en una playa de una isla fría y deshabitada al norte de Noruega.
El documental no dice de que playa se trata, pero si habéis estado en Kvalvika, la reconoceréis rápidamente.
HAMNØY

El pueblo que aparece en el salvapantallas del ordenador luciendo varias casas rojas de pescadores sobre pilotes de madera con un fondo de picos escarpados, existe y se llama Hamnøy.
Y si no os conformáis con sacar la típica foto desde el puente, os dejamos una opción muy interesante: ¡remar por el fiordo de Reine con el sol de medianoche como telón de fondo!
LAS FOTOGÉNICAS “RORBU”
Sabemos que la pesca se ha practicado desde la Edad de Piedra en Lofoten. A lo largo de los siglos, los cazadores han tenido asentamientos temporales en cuevas antes de que se construyeran las primeras cabañas de pescadores. A medida que las embarcaciones se desarrollaron, más visitantes llegaron para participar en la pesca de Lofoten. Por lo tanto, se necesitaba alojamiento para todos los pescadores visitantes.
Las primeras cabañas de pescadores,"rorbu", fueron construidas por el rey Øystein sobre 1120.
El origen de la palabra proviene de “Ror” que significa remar, y “bu” denota una pequeña casa. Por lo tanto, se trata de la casa en la que los pescadores viven mientras pescan a remo.
Construidas en madera sobre pilotes preferiblemente junto a la orilla para tener un acceso natural al mar, y típicamente pintadas de ocre y rojo, ya que eran los colores más baratos para mezclar, salvo en el pueblo de Nusfjord donde, curiosamente, están pintadas de amarillo.
Hoy en día, muchas de las antiguas cabañas rorbu han sido restauradas para alojar a los turistas que, manteniendo las tradiciones también vienen a pescar, esta vez nada de bacalao, sino las más bellas fotos del Ártico.
REINEBRINGEN

Con sus 448 metros de altura, Reinebringen no es la cima más elevada del archipiélago, pero si la más famosa y la más visitada. ¿Queréis saber por qué?
Es una ruta corta, pero empinada: algo más de 1 kilómetro y casi 450 metros de desnivel separan el pueblo de Reine de la cima.
El sendero discurre en todo momento por su parte trasera. Tras el primer escalón, viene el segundo, el tercero…. y así hasta 1978 escalones, R-E-P—I-T-O-, mil novecientos setenta y ocho.
Durante toda la ruta permanecemos ajenos al espectáculo que aguarda al otro lado de la montaña. Es sólo al final, una vez que llegamos a la cresta, cuando el impacto de la vista nos deja sin el poco aliento que nos queda.
Y si, a esto le sumamos que, gracias a que en verano el sol no se pone, podemos subir a horas intempestivas. Pues tenemos el combo perfecto: Estamos a solas frente a la espectacular luz dorada del Sol de Medianoche que baña las afiladas e innumerables montañas que se funden en el mar noruego.
Y no sabemos qué más deciros salvo que llevéis pañuelos de papel porque hasta al más impasible puede que se le saltan las lágrimas ante semejante estampa. Si queréis comprobarlo, es 👉 AQUÍ.
LA ESCALERA NEPALÍ
Antes de que existiera esta escalera de piedra, a Reinebringen se subía por una empinada y escarpada ladera.
Pero el desgaste y la erosión causada por la gran cantidad de visitantes que vienen a por la imagen más famosa de las islas, hizo a los noruegos plantearse la siguiente solución: construir una escalera de piedra.
¿Y quiénes son especialistas en construir escaleras en áreas montañosas?
Efectivamente, los nepalís.
Así que, entre 2016 y 2020, los sherpas se encargaron de construir los escalones hasta la cima.
Mientras los subís pensad que podría ser peor, mucho más desalentador y exponencialmente más peligroso. Sin tropiezos, sin resbalones, sin barro, sólo tenemos que dar un sólido paso tras otro, tras otro, tras otro … hasta la merecida y ansiada recompensa.
Å

Habéis leído bien. No le he dado a borrar mientras estaba escribiendo el nombre del pueblo.
Estamos en Å, la localidad con el nombre más corto del mundo.
Y aunque corresponda a la primera letra del abecedario, para nosotros es el último pueblo que visitamos de Lofoten.
Y eso nos pones tristes.
Vamos a echar de menos las cabañas sobre el agua, el sol que nunca llega a ponerse, esa naturaleza tan salvaje y ese olor…
UN OLOR QUE ALIMENTA
En el centro de Å cada verano hornean los famosos "cinnamon rolls" en un horno de piedra que data de 1844. Estas delicias salen de The Bakery que presume de hacer los mejores rollos de canela de toda la isla. No se me ocurre un sabor mejor para despedirnos de ti, Lofoten.