parapente


VOLAR HACE YA TIEMPO QUE DEJÓ DE SER UN SUEÑO.

HOY DESPLEGAMOS LAS ENORMES ALAS MULTICOLOR SOBRE EL ACANTILADO DE BARINATXE.

ESPERAMOS QUE LO DEJÉIS TODO DE LADO PARA VENIROS VOLANDO.

Volando sobre la playa de Barinatxe

Me gusta viajar, de eso no cabe duda.

Pero no penséis que soy muy amiga de volar..

Me mareo en los aviones.

Una vez monté en globo en Capadocia y me temblaron las piernas.

Lo de volar en parapente, la verdad, nunca me lo había planteado…

Pero, cosas de la vida, un día le dije a Gaizka que no quería más regalos materiales, que a mi lo que me apetecía era vivir experiencias nuevas.

Normalmente creo que no me escucha, pero vaya, esta vez si que calaron mis palabras.

En mi siguiente cumpleaños me entregó un sobre muy mono con una tarjeta escrita de su puño y letra que , entre otras cosas, rezaba:

ZORIONAK PITXIN! Vamos a volar en parapente!

En esos momentos, por utópico que pareciese, la que rezaba era yo….

Sólo había que poner una fecha.

¿En qué estaría yo pensando?

El minimalismo va a acabar con mi vida…

¿No sería mejor tener unas GHD para domar esta melena salvaje en lugar de tirarme por un acantilado pendida de una tela de colorines?

Creo que inconscientemente fui postergando la fecha para lanzarme por los aires.

Creo que no fue tan “inconscientemente”…

El caso es que entre «estate bien y ponte quieto«, llegó la pandemia y aquella tarjeta fue a parar al fondo de un cajón…

EL TIEMPO PASÓ. CONCRETAMENTE 4 AÑOS Y 5 MESES…

Y no se si os pasa, pero a mi muy de vez en cuando, me entran unas ganas imperiosas de hacer limpieza y de tirar lo que ya no necesito.

Bueno pues ese momento «Marie Kondo», me llegó 4 años y 5 meses más tarde de aquel cumpleaños.

Me puse en modo “la magia del orden” de la japonesa:

Aparecieron pendientes que hacía tiempo había dado por perdidos, la pelota preferida de mi perra IRA, 10 euros, el calcetín derecho de cuya pareja me había desecho una semana antes, horquillas, muchas horquillas y gomas de pelo, muchas gomas de pelo… En serio, Luis Llongueras podría venir a abastecerse a mi casa.

Y en el fondo de aquel cajón desastre, también apareció una tarjeta arrugada…

ION K PITXIN! V os a vol r en parap nte

Algunas letras se habían borrado, pero yo sabía perfectamente lo que significaba.

¡Maldita Marie Kondo! ¡ahora voy a tener que enfrentarme a mis miedos!

Me pregunto si todavía hubieran funcionado aquellas GHD que nunca tuve….

No quería alargarlo más, le dije a Gaizka que ya estaba preparada para volar en parapente.

M E N T I R A C O C H I N A.

Tan sólo había que bloquear un día en que no tuviera nada mejor que hacer que lanzarme por un acantilado.

I L U S A

Además de eso, los astros debían alinearse para que se diesen las condiciones meteorológicas adecuadas para volar: ausencia de precipitaciones, viento moderado, que el viento no venga de cola, evitar las nubes bajas… ¿En serio? ¿En la costa de Bizkaia?

Bueno, pues un día se alinearon los astros… Ya tenía fecha, hora y lugar para el día D, mejor dicho, el día P.

Y… ¿qué ropa se tiene que poner una para volar en parapente? Porque desde luego esa modalidad Amancio todavía no la ha contemplado…

EL DÍA P

Unos leggings y una sudadera del Primark. Hoy no podía ocurrirme nada malo. Mis ángeles de la Guarda jamás permitirían que ese fuese mi último outfit…

Estoy segura.

Dejamos el coche en el aparcamiento de la playa de Sopela. Todavía no se cómo llegué hasta el alto donde nos esperaban los chicos de Parapente Bizkaia. Bueno, si lo se: temblando.

Me hacía la graciosa, como siempre que estoy nerviosa. Aunque, Txema, el chico con el que iba a volar me inspiró confianza desde el principio.

Menos mal…. Si me voy a matar, por favor que sea con alguien agradable…

Y todo sucedió muy rápido: ponte el casco ¿el casco? Esto es como los cinturones de seguridad de los aviones que de nada sirven si te vas a estampar… Pero bueno, todo sea por el protocolo.

Mete una pierna aquí, la otra acá, y ahora ANDAR, CORRER Y SENTAR.

Tres instrucciones, claras y concisas: ANDAR, CORRER Y SENTAR.

Bueno, pues creo que cuando Txema preparó el parapente para despegar, yo era incapaz de coordinar mis piernas, ¿es posible que se me hubiera olvidado andar?

Delante mio se puso una persona ¿o eran dos? Ni siquiera me acuerdo, me agarró de las manos y tiró de mi para que anduviera. Una pierna delante, después la otra, otra vez, otra vez… y el condenado parapente tirando hacía atrás con una fuerza asombrosa.

¡CORRE!

Vale, la primera de las instrucciones estaba superada, ahora tocaba la segunda.

Empecé a correr hacia el precipicio pero los pies casi no tocaban el suelo, intentaba correr de puntillas mientras una fuerza incontrolable tiraba de nosotros hacia arriba y de pronto, la tierra desaparece bajo mis pies.

VACÍO.

Ahora tocaba sentarse.

Mi trabajo ya estaba hecho. Ya sólo quedaba disfrutar de este momento y dejarme llevar.

Y si, habéis oído bien. Digo disfrutar.

RELAJACIÓN, INGRAVIDED Y LIBERTAD.
Estoy volando!!!
Sobrevolando la playa de Barinatxe
La hora de aterrizar

Quizás estas sean las dos palabras que mejor describan la sensación de volar en parapente.

Ni rastro de los nervios que hasta hace poco me atormentaban. Ahora cantaba junto a Txema la Vie en Rose mientras varios surfistas desafiaban las olas unos metros más abajo.

La serotonina a tope.

Las piernas suspendidas en el vacío sobre el inmenso mar que tantas veces había visto desde abajo.

Las telas nos guiaban al compás del viento.

Libre como un pájaro.

Vaya, así que esto es lo que se siente al volar.

Nada de miedo, sino una paz enorme.

Eskerrik asko por esta experiencia.

No la cambio ni por todas las GHD del mundo.

Me quedo con mi melena salvaje y esperando nuevas experiencias.

Aunque a veces, me tiemblen las piernas…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!