danmark

De pequeña descubrí en casa de mi amama una caja redonda metálica azul con unas letras que yo no entendía, pero con la imagen de unas apetitosas galletas. Eran las 5 de la tarde y la boca se me hizo agua, casi podía oler la mantequilla y la vainilla… Cuál fue mi sorpresa al descubrir que en el interior de la lata azul no había ni rastro de las apetitosas delicias nórdicas, sino hilos, botones y agujas de coser… ¡Mi gozo en un pozo!

Treinta años han pasado, pero la espera ha merecido la pena. Sentada en el canal de Nyhavn con una småkager en la mano y mirando al cielo, grito: ¡Amama, están buenísimas, mucho mejor que tus dedales! 

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