nela, la joven de toriellu

Los acantilados del infierno
Capilla S. Martín de Toriellu
Las vistas son impresionantes

A Nela no le gusta volver al pueblo donde se crió, pero su madre ha sufrido una caída y necesita de sus cuidados.

Toriellu no ha cambiado nada desde que ella lo abandonó hace ya más de una década: vacas, cabras, un par de hórreos… todo sigue igual.

¿Hasta cuándo tendrá que quedarse en este pueblucho de mala muerte? Nela empieza a agobiarse y esto no ha hecho más que empezar. Será mejor que salga a dar un paseo, a veces la brisa del mar hace que los problemas se disuelvan.

Ma, ta lluego!. Se despide de su madre y se acerca al mar, entre monte bajo, vacas y cabras, divisa pequeñas embarcaciones de la cercana Ribeseya que faenan en las aguas del Cantábrico. Hoy, excepcionalmente, está en calma. De pronto, aparecen ante sus ojos, esas rocas que parecen esculturas que estas aguas se han encargado de dar forma a lo largo de los siglos. Pequeñas siluetas verticales que dan cobijo a nidos de gaviotas y cormoranes. Nela se sienta junto al acantilado, ¿cómo es posible que hubiera olvidado esta vista?

Lo tiene frente a sus narices, pero no recuerda su nombre… ¿Cómo le decía su padre que se llamaba aquel islote? No lo recuerda. Pero si que recuerda su historia. Parece ser que un Pataricu (ese gigante de la mitología astur con un sólo ojo en la frente) estaba sentado en el borde del acantilado, mientras esperaba a que algún gran pez pasará junto a la costa para echarle mano. Con tan mala suerte que el acantilado se partió en dos creando así el farallón que tiene frente a sus narices. Le encantaba acercarse a ese rincón de pequeña y pedirle a su padre que le contase esa historia una y otra vez.

El graznido discordante y seco de una gaviota rompe la armonía. Nela se sobresalta, será mejor que vuelva a casa.

De camino a casa, lo recuerda: ¡PALUVERDE!

Ese es el nombre del islote.

Mañana volverá seguro.

Si, al igual que Nela, queréis perder la noción del tiempo frente a esta costa impresionante, es AQUÍ.

¿POR QUÉ ESTE PAISAJE ES TAN ABRUMADOR?
La falla tiene buena parte de la culpa de el paisaje que tenemos frente a nosotros.
Es una gran grieta vertical de trazado E-W, denominada falla de Ribadesella, o de Arra, que pone de manifiesto los afloramientos jurásicos más orientales de Asturias.
Se encuentra en la playa de Arra, de difícil acceso en la actualidad tras un derrumbe de su escalinata. Nos encontramos en un punto geológico de relevancia mundial, su estudio resulta clave para comprender el origen de Asturias y de la cordillera Cantábrica. Arra es la protagonista principal de un proyecto de investigación que pretende desvelar las formaciones kársticas del Jurásico asturiano, una fractura de casi diez kilómetros de longitud que surgió hace 33 millones de años y que atraviesa todo el concejo. Ahí comenzó la historia del peculiar paisaje montañoso de Asturias.

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