
Un paseo a la orilla del Sena con la baguette bajo el brazo, un picnic al sol en los Champs-de-Mars, que te retraten los pintores en la bohemia plaza de Montmartre, hacerte un selfie con la Gioconda (y con la señora de al lado, el japonés, la familia italiana, el de seguridad, el niño belga, el abuelo alemán… ¡SUERTE!), comerse un crêpe mientras ojeas los puestos antiguos de les bouquinistes, leer un libro en las sillas verdes del jardín des Tuileries, hacerse el BOBO (BOurgeois-BOhème) en Les Marais, un café-crème y el croissant en la azotea del hotel con la Torre Eiffel de fondo, bla, bla, bla…
Sabemos que si habéis visitado alguna vez la capital del hexágono, habéis hecho alguno (o todos) los planes enumerados arriba, QUE SIIIIIIIIIIII, nosotros también y nos han encantado, pero…. ¿Qué nos decís de lo que no conocemos de París? ¿del salseo? ¿de los misterios? ¿No os apetece descubrir los secretos de esta ciudad?
Pues… ¡VENGA! Cambiamos el café-crème por un vasito de absenta porque comenzamos en Montmartre, el barrio de Aznavour, el eterno bohemio.
Montmartre

Concretamente, empezamos en la Place Dalida. Y si queréis volver a pisar la capital francesa, deberéis tocarle una teta a Iolanda Gigliotti, más conocida como Dalida.
Tranquilos, se trata del busto de bronce de una de las mayores divas del país. ¿Quéeeee? ¿No la conocéis? ¡Que sí, hombre!
Dadle al play y disfrutad de este éxito rabioso y del look de la época en el que los tejidos acrílicos y el secador con difusor eran básicos irrenunciables.
Y poca broma, porque realmente la vida de esta vedette internacional estuvo marcada por la soledad y por las tormentosas relaciones sentimentales. A tal punto que, en 1987, terminó con su vida. Una sobredosis de barbitúricos, una nota de despedida “La vida me resulta insoportable, perdonadme. Dalida” y nuestra diva no despertó jamás.
Sin embrago, cómo observaréis en esta pequeñita plaza, muchas son las personas que se acercan a recordar a su ídolo y dicho sea de paso, a tocarle la famosa teta…
SACRÉ COEUR
Y ya que estamos aquí arriba, vamos a acercarnos al Sacré-Coeur, invadido por turistas que quieren retratar el atardecer más instagrameable de la ciudad, pero ¿creéis que alguno de ellos sabe por qué esta basílica tiene un color blanco tan característico? Seguro que no. Pero vosotros lo vais a descubrir ahora mismo: se trata de la piedra calcárea que el arquitecto Paul Abadie eligió para su construcción. ¿Es mágica? Os preguntaréis, para mi si porque esta piedra no retiene el polvo y cuando llueve, libera calcio en su interior. ¡¿Para cuándo este tipo de materiales para las repisas de nuestras casas?!?!?!
Pigalle, el barrio rojo

Descendemos la colina para acercarnos al Moulin Rouge.
Esta lujosa sala de espectáculos abrió sus puertas en 1889 hasta convertirse en el cabaret más famoso de todos los tiempos.
Más de 130 años han pasad. Los cambios en la decoración y en la clientela (más transigente) han conformado un molino rojo muy distinto al de sus inicios.
Más aséptico e insustancial, donde ya ni siquiera se puede fumar y la música no es en directo.
Los tiempos son otros, el Moulin Rouge, también…
UN HITO EN LA HISTORIA DEL MOLINO
No sabremos si volveremos a ver lo que ocurrió aquí en el 2022: por primera vez en la historia, el mítico molino se convirtió en un alojamiento turístico para pasar una noche en su interior por el módico precio de 1€. Tres parejas pudieron alojarse durante tres noches diferentes en su interior, en un espacio nunca antes visitado por nadie. Una sala secreta transformada en un boudoir de la Belle Époque para transportar a los huéspedes en el tiempo a los orígenes del can-can francés. ¿No os lo creéis? Comprobadlo, AQUÍ.
Galeries Lafayette

Y para una de las pocas cosas por las que no hay que pagar en Paris, vamos a aprovecharla. De momento, abrir la boca mientras observamos la cúpula de las galerías Lafayette, es gratis.
¿Quién les iba a decir a aquellos dos primos alsacianos que abrieron en 1893 una pequeña mercería en la esquina de Lafayette con Chaussée-D´Antin que 130 años más tarde 37 millones de visitantes iban a pasar anualmente por su tienda?
AQUÍ podréis reservar algunas de las experiencias que ofrecen.
LOS AMANCIOS DEL SIGLO XIX
Esta empresa ha superado con éxito épocas duras como guerras, crisis financieras… gracias a su capacidad de innovación.
Por ejemplo, en sus comienzos, para mantenerse permanentemente al día, el Director implementó un método ingenioso: asistía a las carreras de caballos y a la ópera acompañado por una diseñadora que “cogía ideas” de las prendas de las mujeres más elegantes vestidas por las marcas de los diseñadores más famosos. Después, las confeccionaban lo antes posible para que estuvieran listas en el escaparate.
Imprescindible terminar esta visita en la terraza para gozar de la vista privilegiada a la ciudad y, en concreto, a la Ópera Garnier, nuestro próximo objetivo.
Ópera Garnier

Cuando en 1861 Charles Garnier comenzó las obras de este imponente edificio neobarroco, no contaba con la desagradable sorpresa de que el terreno en el que se iba a construir la ópera era pantanoso. Al arquitecto se le ocurrió la idea de construir un gran lago artificial de 25×50 metros rodeado de bóvedas y totalmente estanca. El objetivo no era otro que canalizar el agua y mantener los cimientos intactos.
Así que, aunque sea inaccesible al público, cuando os encontréis en el auditorio principal de la ópera, sabed que bajo vuestros pies, en los pasadizos subterráneos, hay un lago. Y si no sois bomberos parisinos (que son los únicos que han tenido la oportunidad de verlo) podéis visitarlo virtualmente en «Google Arts and Culture», ¿Cómo os quedáis? ¿Queréis más cosas?
Louvre

Seguro que ya tenéis vuestra foto en la pirámide del museo, pero ¿sabíais que antes este palacio renacentista fue una residencia real? Seguro que si. Pero…¿sabíais que antes fue un castillo medieval?
En 1180, el rey Phillippe Auguste se vio obligado a construir una fortaleza en la ciudad para protegerla de los ataques ingleses y normandos. Éste ordenó construir una muralla y el Louvre fue su bastión. Los restos auténticos de esta muralla pueden visitarse en el subsuelo del museo desde no hace muchos años…
¿Y que me decís de la Mona Lisa? ¿Alguien puede explicarnos cómo en 14 kilómetros de pasillos que tiene este museo lleno hasta las trancas de obras de arte, la obra más reconocida sea esta? Da igual que entiendas de arte o no, todo el mundo que viene al museo pasa por la sala de la Gioconda.
Y, no penséis mal, no vamos a ser nosotros quienes pongan en duda el talento de Leonardo, no no no, ni mucho menos, pero tenemos que reconocer que detrás de este cuadro se esconde algo más que una pintura extraordinaria. Y ese golpe de popularidad tiene que ver con lo que sucedió hace muchos años.
MONA LISA:LA BEYONCÉ DEL SIGLO PASADO
Imaginaos: el 21 de agosto de 1911 alguien entra en el Louvre y se lleva debajo del brazo el cuadro. A la mañana siguiente, la sonrisa de Mona Lisa estaba en las portadas de los diarios de todo el planeta. Con el fin de que el ladrón no pudiera revenderla, las reproducciones de la pintura se hicieron virales, hasta que se convirtió en la Beyoncé del siglo pasado, un ícono, vaya. Finalmente, 2 años más tarde, la pintura apareció en Florencia. El ladrón quería devolver el cuadro a Italia, su verdadero hogar, pues creía que formaba parte de las obras de arte que Napoleón se había "llevado" a Francia. La Gioconda volvió al museo y los visitantes que querían verla se multiplicaron y su fama, como habéis observado, todavía perdura.
Îlle de la Cité

¿Cuál diríais que es el reloj más famoso de Paris?
Para nosotros también. Sin duda, el del Museo de Orsay, ese elegante reloj que nos observa imperturbable en el tiempo.
Nadie pensó en 1900 que iba a ser uno de los relojes más instagrameables del mundo.
¿Y si os preguntamos por el reloj más antiguo de la ciudad?
¿También diríais que es el de Orsay?
¡ ¡ ¡ E R R O R ! ! !
Hay un reloj 529 años más antiguo que este.
¡Madre mía, a mi no me duran los relojes más de 2 años y hay uno en esta ciudad que sigue en funcionamiento desde 1371!
R-E-P-I-T-O: ¡DESDE 1371!
Podéis acercaros a verlo en una de las torres de la Conciergerie en la Îlle de la Cité.
Les Arenès de Lutèce

“Es aquí donde en el siglo II de nuestra era, nació la vida municipal de Paris. Es aquí donde más de 15.000 personas podían disfrutar de representaciones teatrales, torneos náuticos, luchas de gladiadores, combates de fieras…”
¿Sabéis donde nos encontramos? Estamos en el Barrio Latino, en las arenas de Lutecia: un anfiteatro galo romano.
Paris, perdón, por aquel entonces, Lutecia, no era una de las ciudades más conocidas de la época, pero contaba con el pack romano por excelencia: un foro, un anfiteatro, termas…
Seguro que habéis paseado por el Barrio Latino sin saber que, invisible desde las calles próximas, se encuentra esta arena ovalada de 132 metros de largo y 100 metros de ancho que podía albergar en sus gradas a unos 15.000 espectadores.
Hoy en día la palestra y las primeras filas de las tribunas (en latín, cavea) siguen en pie, y sólo por eso, merece la pena acercarse a disfrutar de este vestigio romano, clasificado en 1884 como monumento histórico.
¡Y menos mal! Porque si no llega a ser porque en esa época las voces se alzaron, entre ellas las del mismísimo Victo Hugo, para que el gobierno salvara este emplazamiento de convertirse en una estación del tranvía.
Y gracias a aquello se le fue dando importancia, incluso llegó a convertirse en estadio de baloncesto donde se jugó en 1927 delante de 4000 espectadores, la final del campeonato de Francia.
Hoy en día podemos acercarnos y sentarnos en sus gradas para ver cómo los parisinos intentan tomar el sol o disfrutar de un buen libro mientras los niños juegan al fútbol en la arena. Seguro que a más de uno le gustaría convertirse en gladiador para batirse en duelo con estas fieras…
* Las antiguas termas romanas (Thermes de Cluny) también pueden ser visitadas en el Museo de Cluny, cerca de la Universidad de la Sorbona.
Le cimetière du Père-Lachaise

¿Venir hasta París para visitar un cementerio? La respuesta es: SI.
Abierto desde 1804, pasear por este cementerio es una auténtica exploración atípica del patrimonio cultural francés e internacional: Honoré de Balzac, Colette, Eugène Delacroix, Raymond Radiguet, Maria Callas, Sarah Bernhardt, Edith Piaf… la lista de las personalidades que aquí descansan es inmensa.
No podemos esperar más para contaros los pequeños tesoros y anécdotas del Père-Lachaise, así que poneos las zapatillas de patear porque vamos a adentrarnos en los 15 kilómetros de avenidas para descubrir la historia de las tumbas más extraordinarias:
(HEMOS PREFERIDO NO PONEROS FOTOS DE LAS TUMBAS PARA NO HACEROS SPOILERS Y QUE OS FLIPÉIS IN SITU)
OSCAR WILDE
Empezamos frente a esta tumba realizada en piedra de 20 toneladas que representa una enorme esfinge alada, la cual ha sido objeto de un curioso ritual:
Como el escritor fue encarcelado en su día por un «beso homosexual», sus admiradores iniciaron la costumbre de pasar antes por Sephora para hacerse con el labial rojo más potente y estampar un beso en la tumba de Wilde. Con el paso del tiempo, la tumba estaba cubierta de capas y capas rojas, hasta que en 2011 instalaron un protector a cada lado de la escultura para protegerla de los besos rojo intenso.
LA TUMBA DE LA MEMORIA METROPOLITANA
Esta tumba no guarda ningun muerto en su interior, si no que contiene una cámara fotográfica negra, así como un código QR.
Es una obra de arte creada por André Chabot, fascinado por la exploración de la muerte.
VICTOR NOIR
La muerte de este periodista, asesinado an tiros en circunstancias confusas durante el Segundo Imperio, desató la ira popular en aquella época. Para homenajearle, el escultor Jules Dalou, decidió crear una figura de bronce muy realista de Noir, tanto que con el paso del tiempo, la escultura es más conocida por el prominente bulto de su pantalón que por la figura del periodista. Y ¡cómo no! Aquí también se ha creado otro ritual, ¿os lo podéis imaginar verdad?
El paquete de Víctor se ha hecho tan popular, que existen miles de leyendas relacionadas a la fertilidad en torno a él; algunas dicen que colocar una flor en el sombrero de copa girado hacia arriba después de besar la estatua en los labios y frotar su área genital, aumentará la fertilidad.
JIM MORRISON
Otra de las tumbas más visitadas y otra de las tumbas con ritual. Los fans del cantante de The Doors se acercan a él para dejarle cartas, colillas, botellas de whisky y otros pequeños símbolos de sus excesos. Especialmente, en el árbol frente a la tumba, se suelen depositar chicles…
ALLAN KARDEC
¡Si algunos descansan bajo bajas tumbas, en capiteles o bajo estatuas, otros han tenido derecho a encontrar el eterno reposo bajo los dólmenes! Al más puro estilo bretón. Es el caso de Kardec, uno de los fundadores del espiritismo. Muy popular en Sudamérica, el autor de “El Libro de los Espíritus” (1857) habría declarado poco antes de su muerte que quienes vinieran a verle podrían tocar la nuca del busto de su sepultura, expresar un deseo y, si este se cumplía, regresar con flores para colocarlas en torno al túmulo…
FERNAND ARBELOT
En un rincón de la 11ª división no encontraremos un cantante de éxito, ni un actor generacional o escritor de renombre, sino un desconocido llamado Fernand Arbelot. El éxito de esta tumba se debe simplemente a su belleza y a la poesía que de ella se extrae. Tallada por Adolfo Wansart, la estatua representa a un hombre tumbado boca arriba, con el rostro de una mujer en las manos y que la admira. ¡Hermosa obra que deja la puerta abierta a miles de interpretaciones! Estamos ansiosos por oír la vuestra.
En fin, miles son las leyendas que esconde este camposanto y seguro que podréis contarnos alguna que nosotros no sepamos. En vuestra visita podréis observar que aquí hay vegetación, árboles, animales salvajes y una riqueza inesperada, no sólo la muerte.
* Os dejamos un plano descargable del cementerio para que no os perdáis nada de nada.
Le marché aux puces

¿Y quién no viene a París para hacer algo de shopping? Nosotros, por supuesto, no vamos a ser menos.
Preparados para haceros con los cachivaches, bártulos, chismes y cacharros más bizarros? Reíros, pero cualquier adquisición en el mercado de las pulgas os convertirá en los más modernos del barrio.
El mercado de Saint-Ouen es la mayor concentración de anticuarios y brocanters del mundo, reúne a más de 5 millones de visitantes (hipsters) al año, entre los que se cruzan muchos turistas extranjeros, e incluso muy a menudo famosos. ¡NO NOS DIGAIS QUE NO ES UN BUEN PLAN!
Se encuentra al norte de la ciudad y se celebra todos los sábados, domingos y lunes.
No os quitéis las zapatillas que habéis utilizado para visitar el Père-Lachaise porque siete hectáreas componen el mercadillo (bueno, creo, que en este caso, podemos llamarlo MERCADO). Lo forman mercados cubiertos (la Antica, Biron, Cambó, Dauphiné, Almacén, Jules-Vallès, Malassis, Pasaia, Paul Bert y Serpette, Fábrica y Bernamento), calles comerciales y el desenfreno comercial en las aceras, cada una con su propia identidad, formando un conjunto pintoresco y agradable.
Es una experiencia original del París popular, un paseo lleno de sorpresas y una mina de oro para los aficionados al vintage o a las piezas antiguas…
Y para terminar: ¡un reto!

¿Y que pinta la Estatua de la Libertad en todo esto?
Sabéis que la estatua fue un regalo de los franceses a los estadounidenses para conmemorar la alianza de ambos países durante la Revolución Estadounidense. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo de la libertad, justicia y democracia, además de haber sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Y los franceses, que son muy cuquis, han dicho: «Pues si los americanos tiene una, nosotros vamos a tener 5».
Dicho y hecho, en la capital francesa hay cinco replicas de la Estatua de la Libertad y os apostamos lo que queráis a que no sois capaces de encontrarlas todas.
Es más, os vamos a dar una pista:
La primera se encuentra en la Isla de los Cisnes (Îlle aux Cignes) y es visible desde el puente Mirabeau. A ver si podéis con este Challenge y nos decís donde se encuentran las otras cuatro….