PORQUE VIAJAR A ROMA EN TEMPORADA ALTA NO ERA SUFICIENTE CASTIGO, DECIDÍ HACERLO CON MIS PADRES.
CON MEDIO PLANETA LLORANDO AL PAPA SALIENTE Y DANDO LA BIENVENIDA AL ENTRANTE.
Y POR SI ESTO FUERA POCO, EN PLENO AÑO JUBILEO.
¿TURISMO CULTURAL O PRUEBA DIVINA?

ACOMPAÑADNOS EN ESTA EXPERIENCIA ENTRE RUINAS MILENARIAS, COLAS ETERNAS Y EL VIA CRUCIS MODERNO LLAMADO «FOTO SIN GENTE».
EL DESTINO

No solemos viajar con multitudes.
Tampoco con guías, ni con sombreros con ventilador (¿dónde ha quedado el abanico de toda la vida?).
Esta vez hemos hecho una excepción: viajamos a Roma en temporada alta.
Si, como lo oís.
Mis queridos progenitores, que han decidido que su nueva etapa vital incluye «ver mundo», han elegido la ciudad más masificada de Europa Occidental cuando Il Papa decide morirse y medio Planeta quiere saludar al nuevo sucesor.
Y yo, adalid del viaje alternativo, me he rendido.
Por supuesto, como hija responsable (y un poco masoquista) he aceptado acompañarlos con el único objetivo de que no se pierdan entre hordas de grupos organizados con banderitas y/o paraguas de colorines.
Y LLEGÓ EL GRAN DÍA…

Suena el despertador. Son las 04:00 de la mañana.
Es lo que tiene ser turista…
Un par de horas en avión y Roma nos recibe como nos recibe a todos: con tráfico infernal.
A eso le sumamos 40ºC a la sombra.
No iba a comentar nada sobre Alexandro, el taxista que nos llevó del aeropuerto al centro, pero lo voy a hacer.
Pensaréis que voy a hablar sobre la forma de conducir caótica de los italianos, pero no voy a caer en ese tópico.
Ya hemos conducido nuestra furgoneta por este país y os juro que lo de Alexandro ha sido peor: el tío se ha pegado todo el trayecto, poniéndonos vídeos en Youtube de «La Bichota», según él «il suo amore platonico».
¡¡¡TODA UNA HORA!!!
Creo que hasta el 2026 no me voy a quitar de la cabeza el «que hubiera sido si antes te hubiera conosido…»
ROMA: ESA DIVA INSOPORTABLE… E IRRESISTIBLE


Y por fin llegamos a nuestro hotel.
Una ducha para refrescarnos y salimos a comer algo.
El recorrido al restaurante parece una ginkana: esquiva turistas, camina por la sombra y rellena la botella de agua en la fuente.
Ganas el juego si no mueres de insolación.
Esta ciudad es así.
Vas odiándola poco a poco, hasta que doblas una esquina y OOOOH!: una iglesia barroca de escándalo, una trattoria escondida con pasta que sabe a cielo y monumentos que te dejan con la boca abierta.
LA DOLCE TURISTADA
Intento escapar de los clásicos.
Lo juro.
Pero entre los deseos de mi madre de ver la Capilla Sixtina («aunque sea por fuera», como si eso fuera posible) y el entusiasmo de mi padre por ver el tamaño del Coliseo («¿Tú crees que aquí mataban gente de verdad?), hemos acabado visitando todos los lugares típicos en horas típicas.
Eso de lo que normalmente huyo…
AQUÍ VA NUESTRA LISTA SAGRADA DE TURISTADAS ROMANAS, ESAS QUE VAIS A HACER AUNQUE JURÉIS QUE «VIAJAIS A LO OPEN YOUR MIND TRAVELING» :
- TIRAR UNA MONEDA A LA FONTANA DE TREVI si encontráis un huequito entre la multitud. SPOILER da igual que vengáis a la una del mediodía o a la una de la mañana, hay la misma cantidad de gente. Inexplicable, pero cierto.
- HACER COLA BAJO EL SOL PARA ENTRAR AL COLISEO y luego pensar que era más grande en «Gladiator»
- BEBER AGUA DE LAS FUENTES PÚBLICAS como si acabarais de descubrir el Santo Grial.
- VISITAR EL VATICANO ESPERANDO UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL y flipar con el txiringuito que tienen aquí montado y con lo delgada que es la línea entre la fe y el merchandising.
- COMPRAR LA ENTRADA DE LOS MUSEOS DEL VATICANO para terminar visitando sólo la Capilla Sixtina (o Cristina, como la llama mi madre) mientras intentáis hacerte un selfie sin que os pille el de seguridad.
- SUBIR LOS 135 ESCALONES DE LA PLAZA DE ESPAÑA solo para sentarte a comer un gelato que cuesta más que el billete de avión que os ha traído aquí.
- COMER EN UNA «AUTÉNTICA TRATTORIA ROMANA» con un cartel que dice: “Real Italian Food – Gluten Free – Vegan Options – English Menu – TripAdvisor 2013 WINNER”. Si no hay una nonna gritando en la cocina, no es una trattoria. Es un decorado.
- IR AL PANTEÓN, MIRAR HACIA ARRIBA Y DECIR «QUÉ BONITO EL TECHO REDONDO ESE». Cúpula. Se llama cúpula. Y todavía no saben cómo narices la construyeron. Se trata de la cúpula de hormigón sin refuerzo más grande del mundo.
- METER LA MANO EN LA BOCCA DELLA VERITÁ y creerse Audrey Hepburn en «Vacaciones en Roma».
- ENTRAR EN UNA GELATERIA y corroborar que hay más colores de los que creíais que existían y pedir un helado de «unicorno fragola chocobanana».
- VER EL ATARDECER EN EL CASTILLO DE SANT´ANGELO y descubrir que no habéis sido las únicas personas que han tenido esa idea.
GRAZIE MILLE ROMA!
Intensa, con un calor sofocante y llena de turistas.
Así es Roma.
Pero también es única.
Al final la capital italiana no nos ha cambiado la vida.
¿0 si?
Roma tiene algo que no está en los monumentos ni aparece en las guías.
Si caminamos sin rumbo, la ciudad nos abruma: una callejuela con una panadería donde huele a cannoli, un rayo de sol atravesando la cúpula del Vaticano, sentarse en una plaza cualquiera sin prisa mientras un violinista toca O sole mio, mi padre con un Aperol Spritz en la mano diciendo «esto no emborracha, pero te quita la tristeza», el concierto de Ludovico en el Parco della Música: MAGIA PURA, una tarde en Trastevere en la que mis padres se sentaron felices en una terraza sonriendo como si estuvieran en su luna de miel…
Vale, por esto vine.
Roma no quiere que la entiendas, sólo que la vivas.
Y yo… volvería a vivirla. O mejor dicho, sobrevivirla.
¡ADELANTE, ES VUESTRO TURNO!
Os hemos contado nuestra experiencia romana pero queremos oír vuestras historias, ¿cúal fue vuestra mayor turistada? ¿pagasteis 18 € por un Spritz mal preparado? ¿Descubristeis la mejor pizzeria? ¿Tirasteis DOS monedas a la Fontana d Trevi «por si acaso»?
Contádnoslo sin miedo, todas hemos caído…