VISITAR LA CAPITAL DE LAPURDI REQUIERE UN BUEN ENTRENAMIENTO DE CUELLO.
SI, PORQUE AQUÍ LO DE CAMINAR MIRANDO HACÍA ARRIBA, NO ES POSTUREO, SINO LA ÚNICA FORMA DE CAPTAR CADA DETALLE DE LAS COLORIDAS CONTRAVENTANAS DE MADERA, DE LAS AGUJAS DE SU CATEDRAL Y DE ESE ENCANTO EUSKALDUN QUE SE EMPEÑA EN RECORDARNOS QUE EL BUEN GUSTO NO ES CASUALIDAD.

UN POCO DE HISTORIA
Durante la Edad Media, la antigua Lapurdum cambió varias veces de manos, siendo unas veces dominio francés y otras inglés, hasta que en 1451, al final de la Guerra de los 100 años, sucumbió definitivamente las tropas francesas.



La historia de esta ciudad siempre ha estado ligada a la incesante lucha contra las inundaciones.
En 1348, la peste asoló la ciudad y su economía entró en declive. El linaje de los agramonteses gobernó la ciudad hasta la Revolución Francesa: ellos construyeron las murallas y reorganizaron los suburbios aplanando el terreno ganando tierras a las aguas invasoras del Errobi, donde posteriormente surgiría la actual Baiona Txikia. Así se conviertió en un puerto muy activo que se beneficiaba de prerrogativas especiales.
Hasta 1562, las aguas del Aturri desembocaban en la localidad landesa de Cap Breton (unos 30 kilómetros al norte). Pero ese año, Baiona obtuvo del rey francés Carlos IX, permiso para desviar el cauce el río. Las obras de canalización constituyeron un hito de magnitudes colosales y permitieron estimular enormemente el comercio de la capital labortana.
Aquí arribaban navíos de toda Europa y desde aquí partían los pesqueros vascos con destino a Terranova y Groenlandia. Algunos se convirtieron en célebres corsarios.
LAS CASAS ESTÁN TORCIDAS
Para combatir la crecida de los ríos excavaron sótanos en el subsuelo de la ciudad, esta medida permitió desecar grandes extensiones de terreno. En la actualidad muchos de sus sótanos son “txokos”, aunque no hace tanto tiempo se utilizaban como depósitos para almacenar trigo, vino, aceite y otros productos. Los edificios situados a ambas orillas del Errobi descansan sobre pilares de madera apreciables a simple vista. Basta alzar la cabeza para percatarse de que el ángulo que las casas dibujan con respecto al cielo no es recto. Los edificios de la calle Cordeliers de Baiona Txikia se están inclinando progresivamente y algunos de ellos ha habido que apuntarlos con vigas de hierro.
LA MURALLA

Las murallas delimitan un área de 32,5 hectáreas.
Todavía son visibles algunas de las fortificaciones construidas en el año 1680, un trazado que empieza y acaba en el río Aturri.
La divisa de Baiona nunquam polluta (nunca profanada) hace referencia a su magnífica defensa, que le permitieron resistir nada menos que 14 asedios a lo largo de la historia. No pudo afrontar, sin embargo, el ataque del ejército del general Wellington durante las Guerras Napoleónicas, y el 27 de abril de 1814 se rindió tras la abdicación del emperador.
Y más allá, en el lugar donde acaban las murallas, comienza la Baiona administrativa, que se extiende dirección este hasta la vecina Angelu (punto final de nuestra ruta a pie por la costa Vasca) y forma la vigorosa conurbación Biarritz/Angelu/Baiona, popularmente conocida por su acrónico BAB.
LA CATEDRAL Y SU CLAUSTRO
Intramuros, sobre la colina, aguarda el barrio más antiguo de la ciudad conocido como «Baiona Handia».
Aquí se alza la catedral de Santa María, inconfundible por sus imponentes agujas de 88 metros de altura que coronan el campanario.

Aunque tenemos que decir que este no fue su aspecto inicial. Para nada. La catedral, de marcado estilo gótico, fue construida en el siglo XIV en el mismo emplazamiento que ocupaba la antigua capilla románica, devastada por el incendio que en 1258 arrasó la ciudad.
Y no fue hasta el hasta el siglo XIX cuando se añadieron sus dos torres en forma de aguja. Ellas son las anclas que aseguran la ciudad sobre suelo firme.
Y en el interior, un montón de sorpresas: En la puerta norte un detalle llama nuestra atención: la aldaba de bronce, si un fugitivo alcanzaba su anillo recibía el asilo del obispo. ¿Y qué nos decís de las vidrieras? En las frías tardes de invierno resulta acogedor pasearse por su interior admirando los juegos de luz caleidoscópicos provocados por los rayos del sol . Y seguimos: bóvedas ojivales muestran las armas de la corona de Inglaterra, tres leopardos, y en otras la flor de lis de la corona francesa.
UN ÁNGEL AL TXISTU
Y si miramos con detenimiento, entre las catorce esculturas de ángeles músicos, podemos descubrir a uno tocando el txistu.
No podemos hablar de la catedral sin mencionar su claustro medieval.

Aunque actualmente solo presenta tres galerías (la galería norte fue ocupada por la sacristía en la restauración del siglo XIX), sigue conservando ese aire solemne.
Pasear bajo sus arcos, silencio, sólo el eco de tus pasos, es una maravilla.
Sirvió de cementerio, por lo que, además de los capiteles y las gárgolas, también podemos admirar en su interior estelas funerarias.
BAIONA HANDIA



Y en los alrededores de la catedral es donde la vida sucede.
Baiona Handia es el corazón histórico de la ciudad.
Aquí encontramos tiendas de anticuarios, obras de arte, lauburus e ikurriñas por doquier, zapaterías, pastelerías, el mercado cubierto (abierto todas las mañanas, pero si venís el sábado, ademas os encontrareis en los alrededores productores locales de quesos, pan, dulces, miel, jabones, huevos…) , librerías, cafeterías, ropa muy kuki…
Las calles son peatonales y entre flipar con las contraventanas de los edificios y los escaparates de las tiendas, os pegareis más de un tropezón.
ESO ES SEGURO.
EL CASTILLO VIEJO
Si accedemos a Baiona Handia por la puerta de Ciudadela (Parking Paulmy) nos daremos de bruces con un castillo medieval. Se construyó sobre una antigua fortificación romana en el siglo XII, momento en que Lapurdi pasó a formar parte del Reino de Inglaterra.
No se puede visitar porque es propiedad del Gobierno, pero las fotos junto a las Galerias Lafayette, quedan de lujo!
BAIONA TXIKIA
Poco queda ya de las oscuras callejuelas que formaban el barrio Baiona Txikia.
Aquí se instaló un crisol de gentes de las más diversas procedencias que trabajaban en la metalurgia o que se dedicaban a oficios artesanales hoy desaparecidos.
El barrio , de pasado turbulento, estaba plagado de albergues y, llamémoslos, “lupanares”.

Hoy en día, la zona presenta un aspecto renovado. Tan sólo hay que cruzar alguno de los viejos puentes sobre el Errobi para comprobarlo.
En el Quai de la Galuperie , en el nº 3, vivió Joanes de Suhigaraychipi, el famoso corsario vasco del que ya os hablamos en la etapa 15 de Talaia Bidea (nuestra ruta a pie por la costa vasca). Así que, no dudamos en acercarnos.
En este barrio también podemos visitar el Museo Vasco, que se encuentra desde 1924 en una casa del siglo XVII clasificada como Monumento Histórico. Aquí podremos familiarizarnos un poco con la etnografía del País Vasco Norte y comprobar que, aunque nos separen, Iparralde y Hegoalde se dan la mano para preservar su cultura y una de las lenguas más antiguas de Europa.
TRINKETEA También la pelota tiene su espacio en la capital de Lapurdi, pero a diferencia de los frontones a los que estamos acostumbrados en Hegoalde, aquí compiten en trinquetes. La diferencia, básicamente, es que este último es una cancha cerrada. ¿Y por qué os hablamos de esto? Pues porque aquí está el más antiguo de Euskal Herria. Así que, a perderse por las calles de Baiona Txikia para dar con el Trinkete y a poner en practica el estiramiento de cuello, vais a flipar con el techo de madera. La que avisa, no es traidora.
EL AYUNTAMIENTO

Y a estas alturas ya nos ha quedado claro que el Errobi y el Aturri atraviesan la ciudad y la dividen en tres barrios (Baiona Handia, Baiona Txikia y Saint-Esprit).
Bien, pues estos dos majestuosos ríos confluyen en la Place de la Liberté, la del Ayuntamiento. El edificio fue construido en el siglo XIX. Su fachada simétrica, sus columnas imponentes y su aire monumental merecen que nos acerquemos a sacar más de una foto.
Además, la plaza es un punto de encuentro clave. A veces hay mercadillos, a veces conciertos, y siempre ese vaivén de gente que mezcla turistas despistados con locales que van a lo suyo.
SORPRESA!
Este edificio no solo es sede del Ayuntamiento, también alberga el Teatro Municipal, lo que le da un puntazo cultural. Sí, aquí se deciden cosas de papeleo, pero también se suben al escenario compañías teatrales y espectáculos.
EL CHOCOLATE


¿Puede que hayamos dejado lo mejor para el final?
Os proponemos tomar una taza en Cazenave.
Es toda una experiencia: un salón de té decorado con vidrieras del siglo XIX. Nos sentamos y empieza la fiesta. Una humeante taza de chocolate espumoso batido a mano servido en vajilla de Limoges (si esa de las rosas que odiabas cuando la utilizaba tu abuela y que ahora te encanta), una jarrita con más chocolate porque se da por hecho que vas a repetir, un poquito de Chantilly (nata con glamour), el pecado se remata con unas tostadas de pan brioche con mantequilla y mermelada. AH! También te traen una jarrita con agua y un vaso, porque beber agua tras semejante festín es facultativo.
PERO...¿POR QUÉ ES TAN FAMOSO EL CHOCOLATE DE BAIONA?
En el siglo XVI Baiona acogió una importante colonia de sefardíes hispano-lusos que huían de la Inquisición. Se instalaron en la ciudad y desarrollaron el arte que habían traído con ellos: el de hacer chocolate.
La ciudad se enorgullece de ser el lugar desde donde, en 1615, se dio a conocer esta delicia en Francia con ocasión del matrimonio de la infanta española María Teresa de Austria con el rey Luis XIV (la boda de estos dos os la contamos en nuestro paso por Donibane Lohizune, ¿no os acordáis? Es AQUÍ.
Si os queda algo de tiempo, no dudéis en cruzar por el puente Saint-Esprit al barrio del mismo nombre, en la margen derecha del Aturri. Aquí fue donde se instalaron los sefardíes. De hecho, la sinagoga de este barrio es una de las más importantes de Europa.
Y aunque este barrio no tuviera buena fama, hoy se ha transformado en un barrio de lo más bohemio: ropa de segunda mano, boutiques de artesanos, murales… y lo mejor, lejos de los turistas (de momento).
¡ES VUESTRO TURNO!
¿Conocíais ya la capital de Lapurdi? ¿La tenéis apuntada en vuestra lista de escapadas pendientes? ¿O por el contrario, ya habéis estado y queréis confesar si sois más de visitar museos, shoping infinito o chocolate sin medida? 🤭
Dejadnos vuestras confesiones, dudas o lo que os apetezca.
Estamos deseando leeros.