5 razones para visitar el Valle del Aragón


Qué ver en el Valle del Aragón: monasterios encajados en la roca, cuevas de brujas, una estación llena de secretos y una ruta con vistas celestiales.

UNA RUTA DESDE ASTÚN (CANFRANC-VALLE DEL ARAGÓN)
¿Nos acompañáis a descubrir el Valle del Aragón?

El mapa para descubrir el Valle del Aragón

La mayor parte de nuestra ruta por Canfranc (Valle del Aragón) discurre por la carretera que enlaza Jaca con el Puerto de Somport. En este alto de montaña se toman los desvíos que van a Candanchú (a mano izquierda) y a Astún (a mano izquierda): las primeras estaciones de esquí alpino de la ladera sur. Evitaremos, de momento, tomar el túnel de Somport, puesto que éste nos llevaría directamente a la otra ladera, es decir, al Valle de Aspe. Y eso es una aventura que os contaremos más adelante.

Un mapa muy “open your mind traveling” del Valle del Aragón
Un mapa muy “open your mind traveling” del Valle del Aragón

1. Jaca: la capital del Valle del Aragón (y del tardeo)

La ciudadela de Jaca (Valle del Aragón)
La ciudadela de Jaca (Valle del Aragón)

Aunque cueste creerlo, Jaca ya existía antes de Georgina.

Sí, así es. Antes de que la influencer jacetana llenase Instagram de anillazos de diamantes y yates de lujo, Jaca ya tenía historia.

De hecho, en el primer milenio A.C. aquí se acuñaba moneda con el nombre de IACA y dominaba un territorio que se extendía desde los Pirineos hasta Huesca. Básicamente, los jacetanos eran los reyes del valle… hasta que llegaron los romanos.

Con los romanos tocando a la puerta y controlando caminos y economía, tuvieron que despertarse de su gran sueño de soberanía y ajustarse a la nueva realidad. Unos siglos más tarde, allá por el año 920, el conde Galindo Aznárez II decidió que aquello necesitaba un cambio de mando: anexionó tierras hasta el río Aragón y puso a Jaca en el mapa. Tanto es así, que el rey Sancho Ramírez otorgó a la ciudad el fuero en 1077, convirtiéndola en residencia de los Reyes de Aragón y en un punto clave del Camino de Santiago. Nada mal para una ciudad que hoy todavía se ríe del paso del tiempo.

Qué ver en Jaca (sin morir en el intento)

La Catedral de Jaca
Primera catedral románica de la Península. Sí, antes de que el románico fuera trending topic, Jaca ya estaba marcando estilo arquitectónico.

La Ciudadela
Construida bajo el mandato de Felipe II, parece un pentágono perfecto desde el aire… o una estrella que alguien dibujó con regla y compás obsesivamente. Cada vértice tiene su propio baluarte artillado, pensado para eliminar puntos ciegos y maximizar la defensa.

  CURIOSIDADES DE LA VIDA    

La Ciudadela de Jaca es la única fortaleza poligonal completa en el Estado español y una de las pocas en Europa que se conserva así. Solo hay otra en Lieja (Bélgica) y otra medio en ruinas en Iruña, pero, sin duda, ésta es la más fotogénica y menos intervenida por construcciones modernas.
Se construyó para asegurar la frontera ante una posible invasión de los franceses hugonotes (véase: protestantes gabachos), pero curiosamente, la única vez que hubo acción fue durante la Guerra de la Independencia, y adivinad… los franceses estaban dentro y los españoles fuera.

El Casco Antiguo
Porque no todo es historia y arquitectura: Jaca también es la reina del tardeo. Desde terrazas soleadas hasta bares con vermú artesanal, la ciudad sabe cómo combinar cultura con copas. Si quieres sentiros influencers locales (nada a la altura de Georgina), solo tenéis que elegir una mesa con vistas, pedir algo que suene caro y sonreír mientras el sol se pone detrás de la Ciudadela.

2. San Juan de la Peña: un monasterio lleno de secretos

El claustro del interior de San Juan de la Peña

Merece la pena desviarse.

Muy cerquita de Jaca, en dirección a Puente La Reina, se toma el desvío por una carretera estrecha que parte pocos metros antes del casco urbano de Santa Cruz de la Serós. A los 7 kilómetros nos topamos con una sorpresa muy agradable. Nada más y nada menos que con la cuna del Reino de Aragón.

Se trata del Monasterio de San Juan de la Peña.

Y si pensabais que vais a ver paredes de piedra aburridas y monjes en silencio, este monasterio viene a daros un bofetón histórico.

Construido en una roca que parece querer engullirlo más que protegerlo, es una joya del románico. Pero es, ante todo, un lugar para admirar el Reino de Aragón.

Si no queréis arrepentiros cuando alguien os cuente que ya ha estado, os dejamos LA GUÍA INDISPENSABLE PARA VISITAR SAN JUAN DE LA PEÑA.

3. Las Güixas: la cueva de las brujas

Cueva de las Güixas (Valle del Aragón)
La cueva de Villanúa, lugar de reunión de las brujas

Entre nuestras razones para visitar el Valle del Aragón, destacamos la visita al interior de la Collarada, esa montaña que, con sus 2.886 metros de altura, es la más alta de Jacetania. Su cima, de curiosa forma, es el punto culminante de piedras calizas que hace unos 80 millones de años estaban sumergidas en el fondo del mar.

En el pueblo de Villanúa, encontramos una entrada, una grieta, por la que acceder al interior de esta montaña Se trata de la cueva de Las Güixas (en castellano, brujas).

Preparaos para dejar atrás la luz del día y entrar en un mundo que comenzó a formarse con la glaciación del Cuaternario y que todavía hoy sigue esculpiéndose gracias a la acción del agua. Sus salas están llenas de estalactitas estáticas, columnas y hasta un sifón donde nace un río subterráneo que parece decidido a marcar territorio.

Dentro, la cueva se comporta como un gigantesco vaso comunicante, almacenando agua en lagos subterráneos a los que solo pueden acceder los espeleólogos más valientes . Dicen los entendidos que este lago se extiende hasta la vertiente norte del Pirineo.

Aunque hoy solo comparte espacio con murciélagos e insectos, la cueva fue hogar de hombres y mujeres desde el Neolítico hasta el año 300 a. C., según demuestran los restos encontrados en excavaciones. O sea, historia viva, literalmente bajo tus pies.

La sala más famosa es la Chimenea, llamada así porque el techo decidió caerse por su propio peso, dejando un agujero al exterior. Según cuentan, aquí se reunían las brujas entre los siglos XVII y XIX…

Entendemos que no podéis esperar más para colaros en el interior de esta cueva. Podéis comprar vuestras entradas en 👉 la web de turismo de Villanúa.

👉 QUE NO OS LO CUENTEN: a unos 500 metros de la entrada podéis acercaros a ver el dolmen de las Güixas, en medio de una campa que parece sacada de un cuento de fantasía.

4. Canfranc: historia del Valle del Aragón

Canfranc que es un municipio con dos cascos urbanos y dos historias. La más conocida es la del pueblo de montaña que estuvo conectado Europa por raíles de tren, pero hay otra de una vía milenaria que no se rinde ante la dureza del valle.

Canfranc Pueblo

La iglesia de Canfranc Pueblo (Pirineo Aragonés)
La iglesia de Canfranc Pueblo (Pirineo Aragonés)

Una chispa escapa de una chimenea y Canfranc entero es devorado por las llamas.

El 25 de abril de 1944 esta pequeña villa fronteriza ardía por segunda vez en cuatro siglos.

A raíz de este último incendio, se destruyeron 117 de las 132 casas con las que contaba la población.

La historia de Canfranc se partió en dos: arriba, el casco urbano entorno a la estación ferroviaria siguió desarrollándose; abajo, en el pueblo calcinado tan solo se reconstruyó una pequeña parte. El fin de una villa con casi 1000 años de antigüedad.

  FUERTES LAZOS AL OTRO LADO    

Si alguien quiere ver cómo era Canfranc antes del incendio, solo tiene que cruzar la frontera y darse un paseo por los pueblos occitanos del Valle de Aspe (Borce, Urdos, Etsaut…).
La arquitectura tradicional de estos pueblos es uno de los rasgos que mejor muestran la estrecha relación con sus vecinos del norte. Se dice incluso que podrían haber compartido un mismo dialecto.
Los tejados inclinados, de dos o tres vertientes, y con lajas de pizarra, característica que desaparece al llegar a Jaca. También destacan los arcos rebajados de piedra labrada en puertas y ventanas, las chimeneas rectangulares o la delgada separación dejada entre las casas. Paradójicamente, uno de los elementos más comunes en esta arquitectura resultó fatal para Canfranc: la madera, que propagó el incendio en 1944.

Canfranc Estación

La fachada del Hotel de Canfranc Estación (Valle de Aragón)
Fachada del Hotel de Canfranc Estación
La preciosa recepción del Hotel de Canfranc.
De estación histórica a hotel 5 estrellas

La historia de Canfranc Estación es la del pueblo de montaña que estuvo conectado a Europa por raíles de tren. El pabellón principal de la estación, coronado por su cúpula de pizarra, separaba literalmente a España de Francia. Cada país tenía su propio apeadero porque —detalle técnico pero clave— las vías no tenían la misma distancia entre los raíles. Así que los viajeros tenían que cambiar de tren y pasar por aduanas como si cruzaran medio mundo, aunque solo hubieran atravesado una montaña.

UN VIAJE AL PASADO

En 1853, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (sí, ese nombre tan largo como una vía férrea) tuvo una idea loca: unir España y Francia con un tren que atravesara los Pirineos por el centro. Y claro, se pusieron a planearlo. Lo que empezó como un estudio serio acabó siendo una epopeya de casi medio siglo.  

La estación no era cualquier cosa: 241 metros de largo, 75 puertas por cada lado y tantas ventanas como días tiene un año.

Y luego estaba el túnel: 7.875 metros de longitud, excavados en cinco años a base de esfuerzo sobrehumano y cientos de vidas perdidas.

El 18 de julio de 1928, allí estaban Alfonso XIII y el presidente francés Gastón Doumergue, inaugurando la Estación Internacional de Canfranc, la más grande de Europa junto con Leipzig (Alemania), brindando porque el sueño de unir las dos vertientes del Pirineo se había cumplido.

Medio siglo después de empezar las obras, sí, pero cumplido.

Y LLEGAN LOS PROBLEMAS

Un sacrificio enorme que, ironías de la historia, acabaría con el tráfico internacional cerrado apenas unas décadas después.

Pero llegó la crisis industrial de los 60, Francia perdió interés en comunicarse con la España de Franco y… se acabó la fiesta. El golpe final llegó en 1970, cuando un tren descarriló en la vertiente norte y se llevó por delante el puente del Estanguet. Francia decidió no arreglarlo y hasta hoy: tráfico internacional cerrado, y Aragón y Béarn reclamando su reapertura.

Las vías abandonadas en el lado francés
  EL ORO DE LOS NAZIS: UNA LEYENDA CONFIRMADA    
Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes utilizaron el túnel de Somport y la estación de Canfranc para transportar a España y Portugal el oro robado a los judíos durante el genocidio nazi.
Este botín era entregado por el tercer Reich a los gobiernos de Franco y Salazar a cambio de wolframio, elemento indispensable para mantener la maquinaria de guerra alemana. Así se desprende de los documentos encontrados en uno de los hangares de la estación. Este hallazgo reveló la importancia estratégica que tuvo Canfranc en ese tiempo.
La estación fue utilizada por los alemanes, pero también por los aliados, desde donde transmitian mensajes secretos que resultaron de gran valor para vertebrar la Resistencia. Durante aquellos años el majestuoso edificio fue testigo de intrigas, de secretos, de la prepotencia de los soldados nazis que campaban a sus anchas, de dramas humanos y de judíos que morían en la frontera en busca de la libertad. En ese tiempo en el que Europa se desangraba y España agonizaba después de la Guerra Civil, Canfranc vivió su periodo de máximo esplendor y opulencia.

LA GRAN TRANSFORMACIÓN

De estación abandonada a hotel de lujo.

Dormir hoy en la antigua Estación Internacional de Canfranc ya no es cosa de ferroviarios ni de espías de la Segunda Guerra Mundial. El Royal Hideaway Hotel ofrece 104 habitaciones, vagones convertidos en restaurantes de alta cocina, piscina climatizada y un vestíbulo que teletransporta en el tiempo. Vamos, que pasar la noche aquí no es solo dormir: es viajar en el tiempo con mucho glamour.

Y para los que sólo están de paso y no tienen tiempo para tanto lujo, podéis deleitaros con 👉 uno de los mejores cócteles que hayáis probado nunca.

5. Pico de los Monjes: senderismo con vistas celestiales

El último repecho para tener las mejores vistas del Valle del Aragón
¿Hay que subir ahí?
La cima del Pico de los Monjes entre el Valle del Aragón y el Valle de Aspe
La cima del Pico de los Monjes (2.346 m.)

Está muy bien que hayáis llegado hasta aquí, obnubilados con las sorprendentes historias que el Valle del Aragón nos ofrece, pero.. ¿habrá que estirar un poco las piernas?

Nosotros os recomendamos la ascensión al Pico de los Monjes (o Pic des Moines) desde la estación de esquí de Astún. Pasamos por el Ibón de Escalar y luego por el collado de los Monjes en donde se encuentra el borne fronterizo número 309.
Una cresta herbosa nos conduce hasta un segundo collado. Ya solo queda la última ascensión: una corta trepada que, aunque sencilla, requiere algunos apoyos con las manos.

Las vistas arriba, haciendo honor a su nombre, son celestiales…


¿SEGUIMOS NUESTRA AVENTURA PIRENAICA?

Si el Valle del Aragón os ha dejado con ganas de más aventuras, aquí van algunas sugerencias para continuar el viaje sin perder el estilo:

  • Al otro lado del Puerto de Somport, nos espera la lo mejor del Valle de Aspe: la ruta al Ibón de Estanés, el Fuerte Portalet, el Chemin de la Mâture y el Circo de Lescun.
  • Tena: En Jaca pasamos al Valle de Tena. Esto ya, si que si, es la Alta Montaña con mayúsculas. Viniendo del Atlántico nos topamos con el primer “tresmil”: El Balaitús (3145 m).,

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