wadi rum


WADI RUM EN 4X4 NO ES SOLO UN PASEO.

ES EXFOLIACIÓN INVOLUNTARIA DE ARENA ROJA Y ENTRENAMIENTO DE GLÚTEOS.

TODO EN UNO.

Y SÍ.

TODAVÍA TENGO ARENA EN LUGARES QUE PREFERIRÍA NO COMENTAR.

PERO VOLVERÍA MAÑANA MISMO.

El desierto de Wadi Rum es conocido como “El Valle de la Luna»

Wadi Rum, es uno de los desiertos más bonitos del mundo y su nombre debe de significar » jeep sin amortiguadores”.

Porque aquí no solo se viene a ver paisajes de otro mundo, también a poner a prueba el equilibrio y el miedo a la conducción temeraria.

Nos subimos a un 4×4 creyéndonos intrépidos exploradores y salimos como croquetas empanadas en roja arena.

Pero lo cierto es que, entre dunas y sacudidas, descubrimos uno de los lugares más espectaculares del planeta.

Wadi Rum nos ha hecho reír (a veces de nervios), sudar y creer un poquito en la magia.

EL VEHÍCULO

Si esperabais algo parecido al Jeep reluciente de la última publicación de Georgina con aire acondicionado y amortiguadores de lujo… OLVIDAOS.

Lo que nos espera es un Nissan para el arrastre, sin puertas y con un asiento trasero en el que podía haberse sentado el mismísimo Lawrence de Arabia. Nos subimos dando un pequeño salto de fe, menos mal que a mi lado se sentó mi tocaya madrileña (si vamos a morir, por lo menos que sea junto a alguien agradable). Y de todos los beduinos que podía tocarnos nos ha tocado el que conduce como si estuviera escapando de un pasado turbulento.

Otra vez me entra la risa. Esa risa nerviosa.

Empieza el «Safari Beduino Extrem™”, se me ocurre también llamarlo el “Safari de la Muerte™”, pero tampoco quiero desanimar a nadie. Os hago un breve resumen: subir y bajar dunas a toda velocidad, derrapes sin previo aviso, el conductor gritando “YALA!YALA!” y yo agarrando mi gorro con una mano mientras con la otra me agarro fuerte a la barra oxidada de la chatarra con ruedas. Hace dos dunas que mi culo se ha dado cuenta que los cojines del Nissan solo son decorativos.

Pero oye, aquí estamos, más contentos que unas castañuelas.

Al final terminamos todos gritando: YALA!YALA!

Que aunque significa “vamos” nosotros lo traducíamos como “Por favor, piedad”.

EL PAISAJE

Una más del grupo
Que no sople el viento…
Fingiendo profundidad

Hasta que tu piel no se impregna de una capa de polvo rojo, no empiezas a disfrutar del rally, perdón, del viaje.

Las vistas son de otro nivel.

El conductor señala formaciones rocosas con nombres de fantasía como “El cañón de las mil caras” o “La roca de la esperanza”.

Y yo sólo pienso: «¿Esto es real o acabo de entrar en una película de Star Wars?»

Abrumada ante la majestuosidad de este desierto no paro de sacar fotos.

Hay una piedra suspendida, como si estuviera haciendo yoga, que parece preguntarme:

“¿Realmente necesitas más fotos?»

Maldita piedra…

LA LEYENDA

No sabemos si vienen del desierto… o del tiempo.
El camello nos juzga. Lo sabemos.

En una de las paradas ocurre la magia. Nos cruzamos con un beduino y su camello, su rostro cubierto por el tradicional pañuelo rojo, pasando bajo el inmenso arco de piedra que el viento y la arena han esculpido durante siglos.

El hombre no dice ni una palabra. No hace falta. Su mirada profunda parece contar historias de generaciones perdidas entre las dunas.

Su camello, en cambio, nos mira como quien ha visto demasiados turistas haciendo el ridículo.

En fin.

Lo sorprendente es que nuestro conductor, entre derrape y derrape, nos ha contado que los arcos de Wadi Rum son portales antiguos, puntos de encuentro entre diferentes mundos, donde los espíritus del desierto se reunen en silencio, guiados por los camellos, para decidir el destino de quienes cruzan sus dominios.

No os vamos a negar que, a pesar de los 40º, un sudor frío ha recorrido nuestra espalda.

Hemos vuelto sin decir palabra al Nissan, donde hemos sentido como un abrazo el asiento modelo «tabla de planchar”.

EL MOMENTO TÉ

Gaizka, nivel beduino desbloqueado: toma té con 40º y ni se inmuta

Los beduinos, que viven en este desierto desde hace siglos, son los verdaderos sabios del lugar.

Te sirven té con más azúcar del que debería ser legal y te cuentan historias como la de que Wadi Rum fue visitado por extraterrestres.

No se sabe si venían de Marte o simplemente se equivocaron de ruta intergaláctica. Lo cierto es que hay inscripciones en las rocas, talladas hace miles de años, que nadie ha logrado descifrar del todo.

EL ATARDECER

Dos pies, un arbusto y el sol huyendo del calor
No es solo amor, también es insolación compartida

El atardecer en Wadi Rum es ese momento en que el desierto se pone romántico mientras nosotros, sudamos, polvorientos y con el culo cuadrado del 4×4.

Hay quién trepa a la duna más alta para ver cómo el sol se despide lentamente. Hay quien llora, hay quien hace yoga, y hay quien solo busca señal para subir la foto con el hashtag #sinfiltros (Spoiler: sí los tiene) y nosotros, ahí tirados sonriendo mientras la panza nos arde fruto de la arena incandescente.

Aunque, hay que reconocerlo, en el fondo es una experiencia mágica.

Las 243 fotos que he sacado del sol descendiendo lentamente, así lo demuestran.

LAS ESTRELLAS

El cielo estrellado del Wadi Rum

Las estrellas del desierto, son otra historia.

Si leísteis nuestra aventura marroquí sabéis de qué hablamos…

Las estrellas brillan como si alguien hubiera ajustado el brillo al 120%, y el silencio es tan profundo que podéis oír vuestros propios pensamientos preguntar: “¿Lo volvería a hacer?»

POR SUPUESTO


BONUS TRACK VISUAL:


¿Queréis ver cómo se ve realmente una excursión en Wadi Rum cuando no la edita National Geographic?

Es AQUÍ.

(Spoiler: nadie sale elegante de una duna.)


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